jueves, 26 de octubre de 2023
MAESTROS
viernes, 20 de octubre de 2023
FRASES
Ayer leí un artículo muy interesante que compartió Antonio Sánchez Román de Daniel Alonso Viña publicado en el diario.es. sobre los efectos nocivos del positivismo desadaptado, como se cita en el mismo. La verdad es que recomiendo leerlo y reflexionar un poco sobre ello. Hace años que comencé escribiendo en el blog a modo pseudoprácticas de pedagogía. A día de hoy solo lo hago si voy a escribir un texto más largo de lo común, tengo más tiempo o me apetece compartir algo en concreto. También a raíz de ello, decidí crear dibujos para no utilizar imágenes de las que no tuviera autoría, que fueron convirtiéndose en la corriente positiva de aquel momento. Incluso llegué a estar en contacto con una marca famosa de frases y merchandising, para hacer algunas colaboraciones, que finalmente no llegó a nada. Poco a poco, esos dibujos han ido transformándose, y como todo en esta vida, sacado de contexto, sin conocer a su autora en todas sus facetas y abierto a una audiencia diversa, con distintas creencias, intereses, momentos vitales, etcétera, puede desvirtuarse o entenderse de cualquier manera. Hace años que elegí una línea mucho más sencilla, sin bombardeo excesivo y que se centrase en la reflexión, tocando lo cotidiano, lo educativo, lo emocional o simplemente el entretenimiento. En todas ellas intento invitar a la reflexión, al criterio propio y el buen uso, porque somos personas y no podemos acertar siempre ni con todos, en lo que hacemos. Esto quizás es lo más complejo, en un mundo que satura de información constante, y que va tan rápido que no somos capaces de procesar lo que nos llega desde dentro y fuera de redes. Todo el mundo escribiendo, compartiendo, hablando, opinando e incluso creando contenido artificial con nuevas inteligencias. ¿Y dónde está la nuestra? No debemos culparnos ni pensar que somos poco inteligentes. Tener recursos emocionales y criterios para saber elegir o reflexionar sobre lo que leemos, escuchamos o vemos, y utilizarlos a nuestro favor y no en nuestra contra, no es nada fácil ni sencillo. Por eso, no importa tanto si la frase es simplista, positiva ni negativa, sino lo que nosotros decidamos hacer con ella, nuestro momento existencial y cómo nos afecten esos mensajes que otros escriben, comparten o nos dicen en el día a día. La educación emocional no es estar siempre en una emoción ni caminar entre extremos, es descubrir cuántas emociones experimentamos, cómo las sentimos, de qué manera nos afectan y qué podemos hacer con ellas, para que no sean nocivas ni nos destrocen la vida. En ello estamos muchos especialistas en educación u otros ámbitos… descubriendo ese mundo para que cuando aprendamos bien a caminar hacia el equilibrio y el punto medio, esa famosa virtud que ya dio mucho de que hablar a Platón, podamos ir contagiando a otras personas. Y que ellos también puedan utilizar siempre todo lo que les llega, sintiendo, reflexionando, pensando, decidiendo, aceptando o rechazando, pero con buen criterio. De la gran cantidad de información y cada vez más, lo único que debe preocuparnos es llenarnos de esas herramientas que no permitan, como diría Noam Chomsky en su libro, “que nos vendan la moto”. Y que nos llegue el mensaje que nos llegue, sepamos siempre qué hacer con él y si nos llevan a emociones descontroladas y extremas, podamos gestionarlas nosotros mismos, para que no nos desequilibren por mucho tiempo. Comparto de ello, un dibujo que resume mucho mejor todo esto. Lo importante no es la “frase”, sino lo que hagamos con ella.
SIENTE, REFLEXIONA, PIENSA.