En una sala de espera, con el ritmo ragatanga que siempre nos impone este mundo loco y contaminado, con el que siempre ando luchando, para que me deje respirar un poco... Sigo te
niendo esperanza, esperanza por nosotros, por nuestra educación y todo lo que significa.
Esperanza en que dejemos de ser egocéntricos, de hacer daño porque sí, que entendamos que somos personas diferentes, que tendamos más manos y respondamos con más respeto, que hablemos las cosas y busquemos menos culpables y más soluciones
Que nos creamos menos importantes, que somos solo un pequeño moco verde, verde como esa esperanza que aún mantengo por la humanidad y que el cambio no solo sea climático, sino más simpático, para que dejemos de una vez de destrozar, pelear, ignorar y dañar a los demás. Porque si realmente nos importamos solo nosotros, sin todo lo demás, nunca seremos absolutamente nada.
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