Todo lo vivido hace que nos relacionemos de un modo u otro. Lo pasado, lo presente, lo que imaginamos, lo que ni siquiera sabemos de nosotros y de los demás.
Caminamos entre impresiones y pinchazos, que a veces duelen mucho, escuecen o recuerdan heridas anteriores. A todos no nos afecta igual, hay pieles más fuertes, más finas o con mucho por cicatrizar.
Si indagamos un poco entendemos el porqué aprendimos a pinchar y nos defendemos de todos esos que también nos quieren atacar.
Tratarnos sin dañar no es fácil, pero es importante, para que no suframos más.